jueves, 3 de septiembre de 2009

La soledad (en la muerte de Dalida)


En la edición del diario La Vanguardia del viernes 29 de mayo de 1987 se recoge un artículo firmado por Jordi Ventura y presentado bajo el título de La soledad. El texto (resumido) es el que reproduzco a continuación:

"Hace poco (03/05/1987) se ha dado un hecho, en apariencia banal, que, no por más repetido es menos lamentable. Se trata del suicidio, en Francia, de una estrella del mundo de la canción. Su nombre artístico era Dalida y su nombre real Yolanda Gigliotti, nacida en Egipto hacía cincuenta y cuatro años. No comentaría el hecho si no fuera porque esta "vedette" ha fallecido víctima del peor, del más temible de los males anímicos que hoy agobian al hombre y a la mujer: la soledad, la dura y cruel soledad que atenaza a centenares de miles de personas en nuestro modo de vida vertiginoso y, en apariencia, tan capaz de llenar las ansias de todo el mundo.

Dotada de una sensibilidad muy aguda, Dalida decidió rendirse ante el dolor de no haber podido ser madre y de encontrarse ya desprovista de afecto, carencia que achacaba a su entrada en la madurez.

[Dalida] había sufrido mucho dentro de la fatal inhumanidad del mundo de los que trabajan de cara al público. A sus treinta y cuatro años perdió a [...] Luigi Tenco, que se suicidó disparándose un tiro en la cabeza. Tres años más tarde, su primer marido, Lucien Morisse, escogía esta misma salida cobarde de los problemas de cada día. Otro antiguo compañero, Richard Chamfray, que hizo creer a muchos que era nada menos que el conde de Saint Germain de las leyendas deciochescas, también se suicidó.

El descenso pendiente abajo había comenzado muchos años antes, con el engolosamiento de Dalida por hombres que no llegaban ni de lejos a tener su edad, mientras por otra parte rechazaba ofertas mucho más sólidas y seguras de personas en quienes habría podido confiar y apoyarse en los momentos de incertidumbre.

Dalida vivía al noventa y cinco por ciento por y para su oficio y había olvidado dar un mucho mayor porcentaje vital al mundo de los afectos reposados y tranquilos. En Francia nadie lo ha puesto en duda: Dalida ha muerto víctima de la soledad, de un aislamiento inmenso tras buscar vanamente, a lo largo de seis lustros, la satisfacción de sus afectos en el mundo cambiante del capricho, de la moda y del humor muy variable de su alma de mujer.
[...] Es curioso darse cuenta de que Dalida se hallaba sola, pese a tener todavía una multitud de admiradores. Pero sí, estaba sola. En el tinglado del estrellato, las rupturas de amistad, los puñetazos contra la fidelidad, son como heridas que el artista llegará a cicatrizar o no, según el equilibrio de que disponga, en el sector familiar o en el tierno y complejo mundo del corazón."

Dalida, una de las grandes damas de la canción francesa, se fue de este mundo por decisión propia en la noche del 2 al 3 de mayo de 1987. Lo hizo en la soledad de su casa de Montmartre tomando como pasaporte una dosis letal de somníferos. Junto al cuerpo inerte de quien fuera Miss Egipto ´54 una escueta nota pretendía servir de excusa a lo inexcusable: "La vie m´est insupportable. Pardonnez-moi". En la nocturnidad u oscuridad de aquella su mansión de cuento moría la persona; nacía la leyenda.